11 de julio de 2011

El mejor de los pecados, haberte conocido.

Vámonos. Solo tu, yo y la luna, mientras su reflejo se duerme en mi cara, sugiero que miremos allí, lejos, donde ya no se ve dónde tiene fin el cielo, seamos por un día imprudentes, insensatos, vivamos simplemente del momento, sin mirar más allá, en realidad, ¿Qué importa lo demás?
    En realidad te diría mil cosas, que en esta vida si algo he aprendido, es que, las cosas más sencillas son vitales, que en mi reloj de arena el tiempo es algo relativo, que contigo aprendí a leer la letra pequeña de la vida, leyendo entre tus líneas y que camino con la calma y la paciencia del que sabe lo que busca.

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