26 de diciembre de 2011

Si quieres te quiero, y si no, tambien.

A veces es extraño, pero siento algo y cada vez más fuerte. Siento que daría mi vida por ti. Siento que cuando estoy a tu lado el corazón me palpita más y más rápido. Que cuando me hablas y me sonríes, automáticamente sonrío yo también, y sin quererlo. Esa sensación de tenerte, de saber que siempre estás conmigo aunque estemos a cientos de kilómetros, hace que te sienta incluso más cerca. Te siento como si fueses una parte de mi cuerpo. Siento como cuando cae el agua de las nubes, que se separan pero saben que siempre serán uno. Como cuando los capullos de las flores se cierran por la noche, saben que siempre se hará de día, que siempre se abrirán. Como cuando me miras, las comisuras de mis labios suben disparadas para arriba, y mis dientes piden una sonrisa. No seamos dos, sino uno.




Pero, cariño, siento decirte que aunque vuelvas a las andadas nada será como antes, porque ahí están las penas que intentaste ahogar en alcohol, intactas, más fuertes que nunca, preparadas para romperte el corazón a la primera de cambio, preparadas para recordarte que estás viva.

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