Siempre creí que controlaba cada paso que daba. Pero ahora sé que no es así. Tú te sitúas detrás de mí y me empujas, me llevas donde tú quieres, a un estado de total felicidad o a hundirme en mi llanto. Tú eres el que controla mis pies, esos que un día llegarán al precipicio y serán capaces de dar un paso al vacío sólo si tú me lo pides.
Dejarse llevar suena demasiado bien. Siempre que sea contigo.
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