Ella siguió caminando después de que se despidieran, pero algo no le cuadraba. Ya no tenía ganas de seguir reteniendo las lágrimas porque le habían empezado a doler los ojos. Ya no tenía ganas de seguir fingiendo que no pasaba nada y de que no le dolía todo aquello. Ya no podía seguir aparentando ser fuerte porque por dentro la habían destrozado, y era más vulnerable que nunca. Ya no sería más un estorbo, pero tampoco sería la que volviese a perder. De modo que dió media vuelta y salió corriendo a buscarlo. Porque aunque sabía que el rechazo le haría sentirse aún peor prefería ser valiente y arriesgar, que ser una cobarde y conformarse con un simple abrazo.
¿Donde acaba mi mundo y empieza el tuyo?
¿Donde acabo yo y empiezas tu?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.